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domingo, 3 de octubre de 2010

A dos palos


A dos palos es un libro que estoy escribiendo y que está en proceso, se trata de un libro que trata los problemas de una chica que nunca había tenido una personalidad fuerte y comienza a probar de todo, respecto a sexo, drogas, relaciones..., primero incitada por su vecina y amiga de sexo Mónica, y luego en solitario o con otra gente, así Claudia, la protagonista acaba pasando en algunos momentos hambre y frío y en otros sintiendo que nada puede ir mejor de lo que le va , aquí os dejo un trocito.

  1. Echó una mirada a su alrededor y vió que no era su habitación, le daba vueltas la cabeza, -uff, que mal ayer con los chupitos de absenta-, veía las cosas un poco borrosas y recordaba algunas cosas que creía que se debían a su imaginación, entonces miro a su derecha y vió a una persona con pelo largo con la cara metida en la almohada, entonces ella puso una sonrisilla tonta, estaba contenta aunque desconcertada, ella no solía hablar con muchos tios, aunque salió una vez con un chico en tercero de ESO aunque no duró mucho, pero alli estaba, -¡¡No soy virgen, no soy virgen!!-, miles de preguntas le asaltaban a la mente, pero lo primero fue -¿quien será?, En la fiesta de ayer no había ningun tio con pelo largo-.

    Se levantó de la cama intentando no hacer ruido, miró las cosas que habían encima de unas lejas, luego fué a la mesita de al lado del tio y cogió un movil, miró su agenda, no le tenía, miró sus archivos, pero solo eran fotos de animales, Claudia sonreía, penso que no sería mala gente teniendo fotos de animales tan tiernos.

    Justo cuando iba a descubrir quien era mirando los mensajes se volvió él, Claudia se asustó y expectante esperaba para ver quien era, cuando se acabó de volver, Claudia, abrio mucho los ojos y la boca, asombrada, cayó al suelo desmallada.

    ¿Que sería tan fuerte como para que ella se desmallara?, ¿Quien es él?

  2. Abrió los ojos y no veía nada, estaba angustiada, como si estuviera en un lugar muy húmedo y oscuro, se abalanzó entonces hacia adelante y se le cayó de la frente y los ojos una toalla humedecida que tenía puesta, entonces miró a su alrededor, se encontraba en su habitación, respiró profundamente y se dejó caer sobre la cama con una mueca sonriente en la cara pensando -a sido una alucinación-, se tocó la nuca y notó un bulto, era un chichon, entonces pensó sobre lo que le había pasado, pero al rato lo dejó, le dolía bastante la cabeza, fiesta, alcohol y un golpe, por lo que decidió dormir un rato.

    Una hora después, a las dos del mediodía se levantó, conectó su portatil y dejo el msn* encendido y se lavó la cara, como todos los días, cruzaba el pasillo hacia la cocina para hacerse algo de comer, ya que sus padres desde hace dos días se habían ido de vacaciones y estaba ella sola, entonces oyó un fuerte ruido que venía de la cocina, paralizada y asustada pegó en ese mismo momento un leve grito y se tapó la boca con sus propias manos, empezó a respirar mas rápido y fuerte, con las manos aun en la boca en el oscuro y silencioso pasillo notaba en su pecho las palpitaciones de su corazón, empezó a pensar en quien querría entrar allí a pate de un ladrón, ella no tenía mas familia que sus padres, excepto una tía pero que vivía en Estambul que tenía también la llave de la casa, retrocedió lentamente y corrió a su habitación, buscaba algo con lo que defenderse de los ladrones, rápidamente sin pensar mucho cogió la tosca y pesada lámpara de su mesita, después fue caminando por el pasillo armada con la lámpara y enrollando en esta su cable, en ese momento, caminando hacia la cocina, pensaba en lo que se podría encontrar, podía ser su tía que había ido a la casa de Madrid por sorpresa sin previo aviso o podrían ser dos o tres ladrones o secuestradores que podrían hacerle daño, violarle o incluso matarle, cuando acabó de pensar esto le recorrió un tremendo escalofrío desde la espalda hasta el cuello, y se paralizó otra vez en el pasillo, pero pronto recordó que su padre tenía guardada una pistola en la mesita de noche, en lo que corrió a la habitación de sus padres ya sin tener cuidado del ruido que hacía, sacó el último cajón de la mesita y empezó a urgar en el hueco de debajo del cajon, encontró la pistola, le quitó el seguro y la cogió con firmeza con las dos manos, se levantó del suelo y con mucha seguridad volvía hacia la cocina armada de valor y pistola esperando asustar a los intrusos, por el camino vió lo que le pareció un espejismo y volvió a gesticular esa cara anterior de asombro tan particular suya de abrir los ojos y la boca.

    (...)

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